Versión USA real de “Los Ricos también lloran”, o los excesos del Libre Mercado

“No culpable”. Así se ha proclamado Sam Bankman-Fried, fundador del mercado de criptodivisas FTX , hace unas horas, al comparecer ante el juzgado de Nueva York que investiga el caso, que es el inicio de una saga que golpea fuerte al núcleo duro del capitalismo en el primer mundo. El emprendedor estafador, está acusado por la Fiscalía de ocho delitos por la friolera de 8.000 millones de dólares (7.570 millones de euros) que se calcula que dejó en la firma, que entró en bancarrota con cientos de miles de clientes perjudicados.
Bankman-Fried, de 30 años, se encuentra en libertad bajo una fianza de 250 millones de dólares (235 millones de euros) que le fue concedida hace dos semanas, pero estaba citado de nuevo ante el juez de distrito Lewis Kaplan. El acusado fue detenido el pasado 12 de diciembre en Bahamas a petición de Estados Unidos y tras ser recluido en una cárcel en condiciones lamentables admitió su extradición por la vía rápida para ser juzgado en Estados Unidos. El juez ha fijado como fecha tentativa para el comienzo del juicio el próximo 2 de octubre.
La fianza para permanecer recluido en la casa de su familia en Palo Alto ha sido facilitada por sus propios padres, profesores de la Universidad de Stanford, y por otros dos garantes que han pedido el anonimato.
El Departamento de Justicia acusa a Bankman-Fried de ocho delitos, incluido fraude a inversores y prestamistas, conspiración para blanqueo de dinero, fraude en los mercados de valores y hasta financiación ilícita de campaña, delitos penados con un máximo agregado de 115 años de cárcel. La fiscalía y los supervisores señalan que FTX fue un fraude desde el principio, pues desviaba dinero de los clientes a Alameda, un fondo de inversión de Sam Bankman-Fried.
Los abogados son los que han expuesto la declaración de inocencia de Bankman-Fried, que no ha intervenido en la vista, a la que ha llegado vestido con chaqueta y corbata, lejos de la indumentaria informal que lucía cuando saboreaba el éxito y daba lecciones de filantropía.
A petición de la Fiscalía, el juez ha prohibido a SBF acceder o transferir cualquier activo de FTX o Alameda Research como condición adicional para su libertad bajo fianza de Bankman-Fried, después de que Bloomberg informara la semana pasada de que los fiscales federales estaban investigando una serie de transacciones de criptomonedas vinculadas a carteras digitales asociadas a Bankman-Fried. “Nos preocupa que en el plazo de unos pocos días otros activos puedan resultar inaccesibles”, ha dicho el fiscal, señalando que aunque SBF haya negado haber realizado las transferencias en un tuit, ya ha hecho declaraciones falsas de esa manera en otras ocasiones, según informa Bloomberg.
El fiscal federal de Manhattan Damian Williams, encargado del caso, ha anunciado la creación de un grupo de trabajo el martes la formación de un grupo de trabajo para rastrear y recuperar los activos de las víctimas hasta donde sea posible.
Junto a Bankman-Fried están también acusados Caroline Ellison, expareja de Bankman-Fried y anterior jefa de Alameda Research, y Zixiao Wang, cofundador de la plataforma que era su jefe de tecnología. Ambos se declararon culpables y están colaborando con la justicia.
Acusado de “fraude masivo”
FTX fue un engaño desde el principio. Bankman-Fried “orquestó un fraude masivo de años de duración, desviando miles de millones de dólares de los fondos de los clientes de la plataforma de negociación para su propio beneficio personal y para ayudar a hacer crecer su imperio de criptomonedas”, según la Comisión de Valores y Bolsa (la SEC, por sus siglas en inglés), que ha presentado en paralelo cargos civiles.
El fundador de FTX dijo a los inversores que su mercado contaba con sofisticadas medidas automatizadas para proteger los activos de los clientes, que esas carteras estaban seguras, que su firma era transparente y que Alameda, el germen del grupo, era un cliente más de la plataforma sin privilegios especiales, pero todo eso era mentira. El dinero de los clientes se traspasaba a cuentas que en realidad estaban controladas por Alameda. No había transparencia ni controles adecuados. Además, Alameda tenía un trato privilegiado, no estaba sujeto a las medidas de control de riesgo y disponía de una línea de crédito prácticamente ilimitada por parte de FTX que se financiaba con el dinero de los demás clientes y a cambio entregaba como garantía criptoactivos del propio grupo sin apenas valor real.
El grupo captó al menos 1.800 millones de dólares en diferentes rondas de financiación en las que fue incorporando como accionistas a inversores de capital riesgo, que llegaron a conceder a la plataforma una valoración de hasta 32.000 millones de dólares. Bankman-Fried se había convertido en teoría en uno de los hombres más ricos del mundo, pero todo se derrumbó como un castillo de naipes cuando el mercado de criptomonedas se hundió y Alameda sufrió pérdidas cuantiosas, fue incapaz de hacer frente a sus deudas y tomó más dinero de la propia FTX.
Además de los delitos financieros, la Fiscalía le acusa de haber violado las leyes federales de financiación de campañas al hacer contribuciones ilegales por valor de decenas de millones de dólares a candidatos y comités asociados tanto a demócratas como a republicanos.
De la mansión de lujo a una cárcel llena de ratas, la caída del joven rey de las criptomonedas
Sam Bankman-Fried llevaba una vida de excesos, drogas y poliamor con los fondos de los clientes de FTX

Antes de comparecer en Nueva York, el timador, estuvo recluido en Bahamas. Aqui la crónica de dicha peripecia previa : “Un trayecto de 27 kilómetros separa el exclusivo complejo residencial de Albany de la cárcel de Fox Hill, casi en los dos extremos de Nueva Providencia, la isla más poblada de las Bahamas. Entre ambos lugares, hay un mundo de distancia. El joven rey caído de las criptomonedas, Sam Bankman-Fried, ha pasado de la mansión de lujo donde llevaba una vida de excesos, drogas y poliamor con otros amigos y directivos de FTX —a costa del dinero de clientes e inversores estafados— a una cárcel en condiciones lamentables.
La única prisión de Bahamas sufre problemas de “hacinamiento, mala alimentación, saneamiento inadecuado y atención médica insuficiente”, con “celdas infestadas de ratas, gusanos e insectos”, según el último informe del Departamento de Estado sobre el país. El juez denegó a Bankman-Fried la libertad bajo fianza y deberá esperar allí hasta ser extraditado a Estados Unidos, donde el fiscal le acusa de ocho delitos que conllevan un máximo de 115 años de cárcel.

Sus padres, profesores de Derecho en Stanford, acudieron a la vista y se despidieron de él con un abrazo. Bankman-Fried se despide también de una vida de excesos financiados con los 8.000 millones de dólares (una cantidad similar en euros) supuestamente desviados de los clientes del mercado de criptodivisas FTX. Bankman-Fried y otros directivos usaron cientos de millones para comprar casas de lujo en Bahamas para ellos y los empleados. El fundador de la firma vivía en una gran mansión junto con otros veinteañeros amigos y a la vez directivos del grupo. Sus padres disfrutaban de otra casa en la isla, pagada también por la empresa, que compró decenas de viviendas para sus empleados.
No se privaban de nada. El Financial Times publicó que tras trasladar la sede de la compañía de Hong Kong a Bahamas el pasado año, los empleados descubrieron que allí no llegaba el reparto de Amazon. Contrataron un servicio privado de transporte aéreo, de forma que los envíos llegasen a Miami y, de ahí, a la isla.
Vida en común
Bankman-Fried, de 30 años, no solo engañó a inversores, prestamistas y clientes. También vendió de sí una falsa imagen de persona austera (que conducía un Toyota Corolla y vestía en camiseta y bermudas) y altruista, que solo quería ganar dinero para entregarlo a buenas causas. Cuando hablaba de su mansión de lujo de 30 millones de dólares, se refería a ella como “un apartamento” para cuatro personas que habían convertido en uno para diez. “Es agradable, aunque estamos hacinados”, decía en una entrevista a la CNBC, hace poco más de tres meses, cuando aún presumía del legado que iba a dejar al mundo con su generosidad. Comida, masajes y gasto en locales de la zona corrían por cuenta de la empresa. Los límites entre trabajo y vida personal se desdibujaban.
A los otros nueve compañeros de piso los había conocido en el Massachusetts Institute of Technology (donde estudió Física) o en la firma de inversión Jane Street, donde inició su carrera profesional y aprendió métodos de inversión cuantitativos. En el grupo que vivía en la mansión estaban los otros dos fundadores de FTX, Gary Wang (jefe de tecnología) y Nishad Singh (director de ingeniería), así como Caroline Ellison, la gestora de Alameda Research, la firma cripto privada de Bankman-Fried, que ha desempeñado un papel clave en el fraude.
Ellison, de 28 años, ha sido la pareja más estable de Bankman-Fried, pero según la publicación especializada Coin Desk, la misma que reveló la noticia que provocó el derrumbe del grupo, “los diez están, o solían estar, emparejados en relaciones románticas entre sí”. Practicaban el poliamor, una forma consensuada de poligamia en la que las parejas buscan múltiples relaciones románticas o sexuales o, según la profesora de la Universidad de Washington experta en la materia Riki Thompson, vivían más bien una polícula (palabra formada con poliamor y molécula), una red de relaciones románticas interconectadas. The Wall Street Journal también ha publicado que las relaciones románticas entre los miembros de las altas esferas de FTX eran comunes.
La propia Caroline Ellison escribió un mensaje en la red social Tumblr en el que se refería a su experiencia: “Cuando comencé mi primera incursión en el poli [amor], pensé en ello como una ruptura radical con mi pasado. Pero para ser sincera, he llegado a la conclusión de que el único estilo aceptable de poli se caracteriza mejor como un ‘harén chino imperial’… ninguna de estas tonterías no jerárquicas. Todos deberían tener una clasificación de sus parejas, la gente debería saber dónde se ubican en la clasificación y debería haber luchas de poder por las clasificaciones”, dijo.
Bankman-Fried se mostraba molesto en una entrevista reciente cuando le preguntaban por ello, tras publicarse las primeras informaciones al respecto: “En mi humilde opinión, como sociedad ya hemos gastado el tiempo suficiente esta semana tratando de averiguar si alguien que vive en Albany practicaba el poliamor”, contestó. El fundador de FTX asegura que ya no mantenía ninguna relación sentimental con Ellison. Publicaciones especializadas aseguran que ha sido vista en Nueva York y especulan con que esté negociando colaborar con las autoridades en las investigaciones contra Bankman-Fried.
Medicación
Estimulantes, antidepresivos y otros fármacos formaban parte también de la dieta habitual de la mansión de Albany. “Nada como el consumo regular de anfetaminas para apreciar lo tonta que es la experiencia humana normal, no medicada”, tuiteó Ellison el año pasado. “Estimulantes al despertar, somníferos si los necesitas al dormir”, tuiteó en 2019 Bankman-Fried, que en una entrevista para un podcast aseguró en 2020 que “probablemente la mitad de la gente o más debería tomar medicamentos de algún tipo, porque simplemente te hacen la vida mucho mejor”.
Alababa especialmente los nootrópicos, o fármacos que potencian el cerebro, que te pueden “cambiar la vida”. En una entrevista reciente en un foro del New York Times aseguraba que nunca vio que se consumiesen drogas ilegales en la oficina o en las fiestas de su mansión. Precisaba luego que eran más bien cenas, que no había fiestas salvajes y que ni siquiera se bebía apenas alcohol. “Cuando hacíamos fiestas jugábamos a juegos de mesa”, aseguraba.
Bankman-Fried asegura que consumía fármacos que le habían recetado para concentrarse. En la vista de la libertad condicional lo primero que hizo fue reclamar su medicación, que le había sido retirada en la detención. Cuando dijo que para ponérsela tenía que quitarse la camisa, el juez le dijo que saliera. El fundador de FTX usa parches de Ensam, un potente antidepresivo.
La montaña de engaños tuvo un gran envoltorio. Antes del colapso del grupo, Bankman-Fried se había gastado 135 millones de dólares en patrocinar a los Miami Heat, el equipo de la NBA. También había fichado a famosos como la supermodelo Gisele Bundchen, su exmarido Tom Brady, el mejor jugador de fútbol americano de la historia, o la estrella del baloncesto Stephen Curry. Colocó un anuncio en la Superbowl. También hizo donaciones multimillonarias al Partido Demócrata y al Republicano, que la fiscalía considera ilegales porque se financiaban con los fondos de los clientes de la plataforma.
La fortuna de Bankman-Fried llegó a superar los 25.000 millones de dólares —sobre el papel— cuando FTX valía más que el Deutsche Bank. Recibió cientos de millones de dólares en “préstamos” de la empresa, de nuevo con dinero de los clientes. Ahora dice que le quedan unos 100.000 dólares en el banco. Tiene además deudas multimillonarias con la empresa.
Un comienzo exitoso
Bankman-Fried era un estudiante brillante. Nacido en 1992 en el campus de la Universidad de Stanford, donde ejercían sus padres, mostró su capacidad para las matemáticas desde adolescente. Lo pasó mal en el instituto y luego ingresó en el MIT, donde encajó en una fraternidad donde había más partidas de videojuegos que borracheras y conoció a Wang, ya por entonces experto en criptomonedas. Hizo prácticas en la firma de inversión Jane Street Capital y se incorporó a ella tras licenciarse. Se le daba bien. Allí conoció a Caroline Ellison.
Por entonces había empezado a mostrar interés en el altruismo y sostenía que en lugar de trabajar para un centro de ayuda a los demás era más efectivo hacerse rico y donar su fortuna. Al cabo de tres años, dejó Jane Capital y montó con Wang, experto en tecnología que por entonces había empezado a trabajar en Google, su propia firma de inversión especializada en criptomonedas, Alameda Research, domiciliada en Delaware, pero con sede en Berkeley (California).
La idea era sencilla y salió bien: se trataba de hacer arbitraje, aprovechar las diferencias de precios entre mercados. El bitcoin cotizaba mucho más alto en Corea del Sur y en Japón que en Estados Unidos. Si era capaz de vencer las trabas regulatorias y los problemas de liquidez de un mercado poco desarrollado como el de los criptoactivos, podía comprar criptodivisas en Estados Unidos y venderlas en Asia hasta un 30% más caras. Dinero fácil.
Alameda tuvo éxito. El siguiente paso parecía natural: ser él mismo el que crease una plataforma de negociación de criptodivisas para facilitar un mercado líquido y relativamente organizado que facilitase a grandes y pequeños inversores el acceso a las criptomonedas. Dio el paso en 2019. Fundó el mercado en Hong Kong, que tenía una regulación más favorable. Era en realidad una buena idea, el mercado funcionaba razonablemente bien, estaba bien diseñado y fue un éxito comercial, aunque ya presentaba deficiencias en sus sistemas de control de riesgos y en la operativa interna (se autorizaban los deembolsos con emoticonos en chats internos).
Sin embargo, desde el principio era un fraude, porque las garantías y condiciones que se imponían a todos los demás clientes, no se le exigían a Alameda, la firma del propio Bankman-Fried, algo que ocultó a inversores y depositantes. Además, los fondos de los clientes de FTX se desviaban a Alameda, que los tomaba con un préstamo, pero sin verdaderas garantías. Los fondos de FTX, dirigido por Bankman-Fried, y de Alameda, con Ellison al frente, se mezclaron.
Mientras el mercado fue viento en popa y Alameda seguía ganando con sus inversiones, Bankman-Fried pudo engañar a todo el mundo. Con la crisis de las criptomonedas emprendió una huida hacia delante hasta que se descubrió el pastel: había desviado 8.000 millones de los clientes a su propio fondo. El héroe de las criptomonedas era un villano, según los cargos presentados contra él. Si resulta condenado, le espera una larga temporada entre rejas.
“Dinero del ‘Monopoly”: cómo engañó a los inversores el joven rey de las criptomonedas Sam Bankman-Fried
El imperio con pies de barro se gestionaba con un programa de contabilidad para pymes
Sam Bankman-Fried engañó a todo el mundo. Mintió a los inversores que entraron en el capital de FTX, a los prestamistas que le confiaron dinero y a los clientes que operaron a través de su plataforma de criptomonedas. Lo hizo ante la pasividad de las autoridades y de los organismos supervisores, que solo a toro pasado han tomado cartas en el asunto. El joven rey de las criptomonedas ni siquiera necesitó hacerlo de forma sofisticada. Básicamente, saqueaba el dinero de los clientes en beneficio propio. El principal activo de la firma acabaron siendo las criptomonedas que él mismo emitía. “No muy diferente al dinero del Monopoly”, resumió este martes en la Cámara de Representantes el congresista por Nueva York Ritchie Torres.
El relato de la Fiscalía, los pliegos de cargos presentados por la Comisión de Valores y Bolsa (la SEC) y por el regulador de los mercados de futuros (la CFTC), junto con las explicaciones en el Congreso del liquidador, John Ray III, dejan al descubierto lo que el fiscal del Distrito Sur de Manhattan, Damian Williams, definió este martes como “uno de los mayores fraudes financieros en la historia de Estados Unidos”. Un fraude masivo que sitúa a Bankman-Fried en la galería de villanos junto a nombres como Bernie Madoff, autor del famoso timo piramidal que estalló con la crisis financiera. El agujero está estimado en unos 10.000 millones de dólares, si se suman los 1.800 millones estafados a inversores que entraron en el capital de FTX y los más de 8.000 millones en que se cifra el desfalco a los clientes de la plataforma.
La compañía carecía de controles de riesgo y se dirigía de una forma chapucera. Transferencias millonarias se ordenaban mediante chats y la empresa se gestionaba con un programa de contabilidad para pymes, según reveló este martes su liquidador, John Ray III, que se mostró pesimista con respecto a las posibilidades de que los clientes (se calcula que puede haber un millón de afectados) recuperen su dinero: “Al final, no vamos a poder recuperar todas las pérdidas”. Ray III no sabe dónde están los activos que le quedan a la firma, las operaciones están sin documentar y la tarea de recuperación se complica. Pese a que se encargó de gestionar la quiebra de Enron y de otras firmas, el liquidador asegura no haber visto nada parecido en toda su carrera.
FTX fue un engaño desde el principio. Bankman-Fried “orquestó un fraude masivo de años de duración, desviando miles de millones de dólares de los fondos de los clientes de la plataforma de negociación para su propio beneficio personal y para ayudar a hacer crecer su imperio de criptomonedas”, según la SEC.
Bankman-Fried se presentaba como un líder respetable de la comunidad cripto que destacaba la importancia de la regulación y de la rendición de cuentas y dirigía una empresa innovadora, pero a la vez responsable. Se presentaba como un visionario honrado, solidario y preocupado por los problemas de la humanidad. Presumía de buenas relaciones con los reguladores. En su campaña de relaciones públicas fichó a famosos como el quarterback de fútbol americano Tom Brady, la supermodelo Gisele Bundchen y el baloncestista Stephen Curry, patrocinó a los Miami Heat y se anunció en la Super Bowl como “la forma más segura y sencilla de comprar y vender criptomonedas”.
Con todo eso atrajo miles de millones de dólares de clientes que pensaron que en FTX su dinero estaba a salvo. “Pero desde el principio, Bankman-Fried desvió indebidamente los activos de los clientes a su fondo de inversiones cripto privado, Alameda Research. Luego utilizó esos fondos de los clientes para hacer inversiones de riesgo no declaradas, lujosas compras de inmuebles y grandes donaciones políticas”, resume la SEC.
Una gran mentira
El fundador de FTX, que ahora tiene 30 años, dijo a los inversores y a los potenciales inversores que su mercado contaba con sofisticadas medidas automatizadas para proteger los activos de los clientes, que esos activos estaban seguros, que su firma era transparente y que Alameda, el germen del grupo, era un cliente más de la plataforma sin privilegios especiales. Todo era mentira. El dinero de los clientes se traspasaba a cuentas que en realidad estaban controladas por Alameda. No había transparencia ni controles adecuados. Además, Alameda tenía un trato privilegiado, no estaba sujeto a las medidas de control de riesgo y disponía de una línea de crédito prácticamente ilimitada por parte de FTX que se financiaba con el dinero de los demás clientes.
Con sus engaños sobre lo innovador y sofisticado de sus sistemas de control de riesgo, captó al menos 1.800 millones de dólares en diferentes rondas de financiación en las que fue incorporando como accionistas a inversores de capital riesgo. La valoración de FTX era cada vez más alta (llegó a los 32.000 millones) y, sobre el papel, Bankman-Fried se había convertido, con 29 años, en uno de los hombres más ricos del mundo. En esas emisiones de acciones atrajo al menos a 90 inversores estadounidenses que aportaron 1.100 millones de euros. El fundador de FTX les engañó, pero sorprende que ninguno hiciera los deberes para saber dónde metía su dinero.
En principio, un mercado de intercambio de criptomonedas debería ser un lugar donde son los inversores los que toman posiciones al alza y a la baja, compran y venden criptomonedas y asumen ellos el riesgo. En las operaciones al contado no hay problema y en las apalancadas es necesario controlar las posiciones y las garantías de los clientes. Pero eso quedaba desvirtuado en FTX por los privilegios concedidos a Alameda, exenta del control de riesgos y de las garantías. Cuando las criptomonedas estaban al alza, Alameda destinó las teóricas plusvalías latentes para comprar inmuebles, realizar arriesgadas inversiones y hacer multimillonarias donaciones a los partidos políticos. Cuando en mayo de 2022 el valor de los criptoactivos se desplomó en los mercados, el castillo de naipes se empezó a derrumbar.
Miles de millones
Los prestamistas de Alameda exigieron el reembolso de préstamos o nuevas garantías. A pesar de que Alameda ya había tomado miles de millones de dólares de activos de clientes de FTX, era incapaz de pagar sus deudas por las pérdidas asumidas en sus propias inversiones, así que Bankman-Fried ordenó a FTX que desviara miles de millones más de activos de clientes a Alameda para que mantuviera sus relaciones crediticias y que el dinero siguiera fluyendo de los prestamistas y otros inversores.

Era una huida hacia adelante, pero Bankman-Fried siguió con lo que el liquidador, John Ray III, definió este martes como “un desfalco a la vieja usanza”. Pese a que sabía que su situación era insostenible y que Alameda debía miles de millones a FTX (que en realidad correspondían a los clientes), siguió apropiándose de fondos durante el verano para nuevas inversiones, para concederse préstamos a sí mismo y a los cofundadores de FTX (Bankman-Fried se llevó 1.338 millones de dólares; Nishad Singh tomó otros 554 millones de dólares y Gary Wang, 224,7 millones) para comprar casas de lujo en las Bahamas o para donaciones políticas. Hasta se presentó como salvador del sector, apoyando a otras firmas en apuros. “Nos tomamos muy en serio nuestro deber de proteger el ecosistema de activos digitales y a sus clientes”, llegó a tuitear cuando dio una línea de crédito a BlockFi, presentándose como héroe de las criptomonedas, pese a que su propio imperio tenía ya pies de barro. BlockFi ha acabado entrando también en bancarrota.
Bankman-Fried siguió engañando a los inversores sobre la situación de su firma para intentar tapar el agujero. No lo consiguió. La espiral se desató cuando el medio especializado CoinDesk reveló que FTX tenía una fuerte exposición a su propia criptomoneda, FTT. De hecho, Alameda había estado dando token de FTT como garantía de los más de 8.000 millones de dólares contantes y sonantes que se había llevado de los clientes a través de la línea de crédito. El regulador del mercado de futuros acusa a la firma de haber manipulado el precio de su criptmoneda en el mercado.
El mercado rival Binance, que había sido accionista de FTX, recibió el pago de su participación en FTT bajo la premisa de que su precio era un valor de mercado y que la plataforma no tenía como activo a su propia criptomoneda ni dominaba la fijación de su precio. Al enterarse de que no era así, decidió venderla. La criptomoneda era ilíquida y había una especie de pescadilla que se muerde la cola. El valor de FTX dependía de sus activos en FTT y el valor de esa criptomoneda dependía del valor de FTX. Una vez que los dólares de verdad habían salido rumbo a Alameda, los token pasaban a ser como “dinero del Monopoly”.
Los clientes reclamaron su dinero, la firma no pudo devolvérselo y congeló los reintegros, pese a que antes Bankman-Fried había tuiteado que no había ningún problema y que había dinero para devolver a todos los clientes, mintiendo una vez más para intentar evitar el colapso. El FTT se desplomó un 80% en un día. FTX intentó ser rescatado por Binance —que ahora se ha visto contagiada por la crisis de confianza y está sufriendo una fuerte retirada de clientes—, pero tras una mínima revisión, este lo descartó. Bankman-Fried dimitió y su sucesor, propuesto por los acreedores, declaró la bancarrota.
Partidos políticos
La Fiscalía y los supervisores se pusieron a investigar “contrarreloj”, según el fiscal Damian Williams. Presentó los cargos ante el juzgado el pasado miércoles, un gran jurado le imputó el viernes y se transmitió la orden de detención a Bahamas, que lo detuvo el lunes. Este martes, el juez le denegó la libertad bajo fianza tras comparecer ante el juzgado. Era el día en que estaba citado a declarar en la comisión de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, lo que ha provocado el malestar de su presidenta y también algunas suspicacias por si esa coincidencia de calendarios fuera una forma de taparle la boca. Bankman-Fried ha donado decenas de millones de dólares al Partido Demócrata y al Republicano (aunque lo de este segundo no se sabía), y lo ha hecho de forma ilegal, según la Fiscalía, que investiga esas donaciones como irregulares. El fundador de FTX donó dinero que era de los clientes y el fiscal ha pedido a los partidos y candidatos que lo devuelvan.
El fiscal Damian Williams resumió este martes las acusaciones que derivan en cargos por ocho delitos. Bankman-Fried y sus cómplices (aunque no hay ningún acusado más por ahora) robaron miles de millones de dólares de los clientes de FTX para su beneficio personal. El fundador de FTX mintió a los prestamistas de Alameda sobre el origen del dinero que estaba utilizando para pagar sus deudas. Además, mintió a los inversores de FTX, al ocultar que había desviado miles de millones de dólares en dinero de clientes de FTX a Alameda. “En cuarto lugar, acusamos a Bankman-Fried de haber violado las leyes federales de financiación de campañas al hacer contribuciones ilegales por valor de decenas de millones de dólares a candidatos y comités asociados tanto a demócratas como a republicanos”, disparó también. “Las contribuciones fueron financiadas por Alameda con dinero robado de clientes. Y todo este dinero sucio se utilizó al servicio de los deseos de Bankman-Fried de comprar influencia bipartidista e influir en la dirección de la política pública en Washington”, concluyó. Como para el resto de los cargos, la investigación sigue en marcha.